Tras
los atentados yihadistas ejecutados en París, medio mundo, esto es, occidente,
está conmocionado por la barbarie que se ha producido en el país galo. Sin
embargo, han sido silenciados los más de 2.000 asesinatos producidos en Nigeria
por la organización integrista Boko Haram hace unos días y los más de 10.000
muertos que sumaron en 2014. En trece meses, casi 13.000 civiles han sido
masacrados en la nación nigeriana en el nombre de Alá, en el nombre de Dios.
Pero, ¿qué dios? ¿Alá, el de los musulmanes? No. No podemos confundirnos.
Bajo
el nombre del cristianismo se ha asesinado y realizado pogromos escudándose en
Dios y no se pueden justificar sus actos. Tampoco se puede confundir sionismo
con judaísmo y por ello, no se puede asimilar el Islam con el integrismo
islámico.
Todos
los líderes que auspician el sistema occidental, alzándose como defensores de
la paz y de la libertad de expresión. Y medio mundo, empezando por los medios
de in-comunicación, apoyando sus
gestos. Esta es la hipocresía de las relaciones internacionales llevadas al
último extremo. ¿Por qué esos mismos que apoyan la libertad de expresión tienen
relaciones beneficiosas con China o Rusia, países no democráticos y faltos de
libertades? ¿Por qué no condenan con la misma energía lo ocurrido en Nigeria?
¿Por qué Netanyahu encabeza la manifestación cuando tiene a sus espaldas
cientos de asesinatos injustificados de niños y mujeres en Palestina? Y
podríamos seguir con los porqués.
La
violencia lleva a la violencia y no me quiero imaginar una lucha de
civilizaciones entre Oriente y Occidente, entre dioses ficticios que nada
tienen que ver en las verdaderas relaciones humanas. Pero me temo que este
choque se ha producido ya y que seguirá en aumento.
Y no
quiero verlo. Quiero negarme a ver crímenes y sufrimiento provocados por gentes
sin alma y sin corazón. Me quedo con el París de Doisneau, y su foto “El beso”,
con las relaciones humanas donde hay escucha y entendimiento, con colores
limpios que pinten los niños y con una vida, quizás agnóstica, quizás atea,
pero donde los hombres se alcen por encima de cualquier institución que los
represente en nombre de Dios.
¿Mi
religión? Los Derechos Humanos.