domingo, 11 de enero de 2015

Para días grises, besos de colores

Tras los atentados yihadistas ejecutados en París, medio mundo, esto es, occidente, está conmocionado por la barbarie que se ha producido en el país galo. Sin embargo, han sido silenciados los más de 2.000 asesinatos producidos en Nigeria por la organización integrista Boko Haram hace unos días y los más de 10.000 muertos que sumaron en 2014. En trece meses, casi 13.000 civiles han sido masacrados en la nación nigeriana en el nombre de Alá, en el nombre de Dios. Pero, ¿qué dios? ¿Alá, el de los musulmanes? No. No podemos confundirnos.
Bajo el nombre del cristianismo se ha asesinado y realizado pogromos escudándose en Dios y no se pueden justificar sus actos. Tampoco se puede confundir sionismo con judaísmo y por ello, no se puede asimilar el Islam con el integrismo islámico.
Todos los líderes que auspician el sistema occidental, alzándose como defensores de la paz y de la libertad de expresión. Y medio mundo, empezando por los medios de in-comunicación, apoyando sus gestos. Esta es la hipocresía de las relaciones internacionales llevadas al último extremo. ¿Por qué esos mismos que apoyan la libertad de expresión tienen relaciones beneficiosas con China o Rusia, países no democráticos y faltos de libertades? ¿Por qué no condenan con la misma energía lo ocurrido en Nigeria? ¿Por qué Netanyahu encabeza la manifestación cuando tiene a sus espaldas cientos de asesinatos injustificados de niños y mujeres en Palestina? Y podríamos seguir con los porqués.
La violencia lleva a la violencia y no me quiero imaginar una lucha de civilizaciones entre Oriente y Occidente, entre dioses ficticios que nada tienen que ver en las verdaderas relaciones humanas. Pero me temo que este choque se ha producido ya y que seguirá en aumento.


Y no quiero verlo. Quiero negarme a ver crímenes y sufrimiento provocados por gentes sin alma y sin corazón. Me quedo con el París de Doisneau, y su foto “El beso”, con las relaciones humanas donde hay escucha y entendimiento, con colores limpios que pinten los niños y con una vida, quizás agnóstica, quizás atea, pero donde los hombres se alcen por encima de cualquier institución que los represente en nombre de Dios.

¿Mi religión? Los Derechos Humanos.