martes, 25 de junio de 2013

Con dinero y sin WERTgüenza



¿Qué es una beca señor Wert? Pregunto después de todo el revuelo que se está montando en este país en torno a un número: 6,5.


Pues yo lo tengo muy claro porque he disfrutado de ella en mi vida estudiantil. Para mí, señor Wert, la beca significaba poder estudiar una carrera universitaria, era la ayuda que venía cada año si aprobaba para poder seguir pagando el piso, los libros, los gastos de transporte y la comida mientras duraba mi vida universitaria. 


Era una ayuda, un apoyo económico para sufragar mis estudios mientras además, procuraba trabajar en verano o vender cosméticos a domicilio para que mis padres notaran lo menos posible el desembolso que suponía mantener a una hija fuera de su casa.

¿Era la beca el dinero que me gastaba para comprar el último CD de Alejandro Sanz o un antojo de “niña de papá”? No. Era lo que me permitía cenar noche sí, noche también un sándwich de atún, lo que me mantenía a base de macarrones con tomate y tomate con macarrones o lo que hacía que comprara libros de segunda mano para que fueran más baratos. 


Pero, ¿sabe qué señor Wert? Que yo, hija de albañil y de ama de casa, tengo dos licenciaturas universitarias y desde hace unos años, no sé si a su pesar, engroso las filas de los profesores de la enseñanza pública que creen que la educación debe ser algo más que leyes a merced de políticos ineptos. ¿Y sabe otra cosa? Que yo, como usted soy socióloga pero que yo, a diferencia de usted, estudié con una beca.


No entiendo cómo puede tener la insolencia y la poca Wertgüenza de sentarse ante los medios de comunicación y soltar por la boca todas esas sandeces. Usted, tan educado, tan políglota, tan brillante como es. Tan soberbio y tan alejado de la sociedad. ¿Sociólogo? ¡Ja!. A no ser que quiera hacer un estudio sobre cómo joder a los estudiantes en todas sus narices y ver la reacción que tienen, yo la verdad que no lo comprendo.


Y por fastidiar, da por todos sitios. Las reválidas, la eliminación de la Educación para la Ciudadanía (asignatura que he impartido y a la que no le he visto ningún atisbo de ideología de izquierdas), la educación divisoria por sexos, la disminución de poder del Consejo Escolar, la religión contando para nota, el aumento de tasas universitarias, la reducción del presupuesto en educación y ya, finalmente, el aumento de la nota para obtener beca. ¿Usted está “fumao” o se le ha ido la olla? 


La verdad, no lo entiendo. No comprendo cómo un hombre proveniente del antifranquismo (pertenecía a un partido que se llamaba Izquierda Democrática), puede llegar a ser más franquista que aquél que está en el Valle de los Caídos. Bueno, a no ser que por su tendencia academicista quiera demostrar la teoría de George Orwell en “Rebelión en la granja”. Claro, nuevamente he caído en el error de no saber que usted se encuentra investigando sobre la Sociología de la Educación. Weber, Marx, Comte o Simmel quedarán en un segundo plano después de su aportación a la Historia de la Sociología. Y los demás no lo entendemos, qué pobres de mentes somos.


¡Y qué pena ser también “pobre” a nivel económico!. Pobre, esa palabra que dice que es “antigua”. Desde luego, ¡qué moderno es usted! Y qué bien viste de Armani siempre. Es que va dando ejemplo allá por dónde va: bien vestido, bien hablado, bien formado y bien arrogante que es. 


¡Ah! Se me ha olvidado comentarle que soy andaluza. Creo que también me tiene que enseñar a hablar bien castellano, porque ¿sabe? De vez en cuando, tengo la costumbre de comerme las “s” y cortar las palabras. Que el acento andaluz es de la España de pandereta, no la que usted pretende construir, ¿verdad? 


Y lo reconozco, también me tiene que enseñar a rezar. Hace tanto que hice la comunión, que ya confundo el catecismo con la Constitución española y si me saca del Padrenuestro, me pierdo un poco. ¡Sí padre, soy pecadora!


Pero pese a todo, déjeme decirle –en plan políticamente correcto- con todos los respetos que se pueden deducir de la expresión “hijo de puta”, que no quiero para mis alumnos y para mis hijos la educación que usted propone. Me niego a aceptar de brazos cruzados que los estudiantes cuyas familias son humildes no puedan estudiar una carrera universitaria, por un rastrero 6,5. ¿A que sus hijos y los hijos de sus amigos no necesitan esa nota y pueden estudiar en una Universidad privada? Ni siquiera saben para qué sirven las becas, y usted por lo que está demostrando, tampoco.


Pero señor sin-Wertgüenza, piense un poco. Los sobresueldos de sus colegas de partido también pueden utilizarse para mandar en avión al niño a Yale o Harvard en primera clase. Y cuando terminen, además de casarse con alguien de su “clase”, serán doctores en no sé qué rama científica. Bueno, sí lo sé. En cinismo, maldad, clasismo, soberbia, insolencia y fascismo. En todo eso, señor Wert es usted Doctor Honoris Causa.


Pero no piense que su trono será eterno. Va a salir más pronto que tarde de ese sillón al que nunca debió llegar. Mientras prepara su maleta, espero que no tengan que dejar de estudiar el 40% de estudiantes universitarios que se estiman que tienen beca y que no llegan al maldito 6,5. Porque si fuese así, usted será el responsable de generar desigualdad en la sociedad española, de volver treinta años atrás y de limitar la educación a unos pocos, como ya lo ha hecho con el 21% de IVA para acceder a la cultura. Se le cargará que tengan que emigrar científicos, investigadores y jóvenes más formados que usted a cualquier país donde quieran acogerlos. Le señalarán con el dedo todas aquellas personas que de una forma u otra, serán expulsadas del sistema educativo y sólo porque han tenido la mala suerte de toparse con usted en el Ministerio.

¡Qué pena señor Wert! Usted, tan completo en todos los aspectos y que le falten dos cosas que tienen las personas perjudicadas por sus decisiones: Humildad y Dignidad.

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