domingo, 24 de noviembre de 2013

CORAZONES DE FRONTERA

Este es un relato que mezcla realidad y fantasía. Versa sobre la historia de sir James Douglas en Teba, una historia apasionante y poco conocida. 


El viento acurrucaba la hojarasca en los recovecos de las piedras. El día llegaba a su fin y las estrellas, testigos de sus lágrimas, bailaban en el cielo una danza que se le antojaba infausta.

- “Que el Santísimo lo tenga en su gloria porque por Él, corriendo agosto de 1330, ha perdido la vida un hombre valeroso”-   Estos eran los pensamientos que venían a la mente de Brian, el fiel escudero de Sir James Douglas. Un héroe escocés, insigne soldado y venerable patriota que ha encontrado la muerte frente a un ejército de infieles sarracenos.

Su cuerpo quedó inerte en esa tierra extraña, rodeado del olor sanguinolento de las batallas. Cuando Brian logró verlo, la mano derecha aún blandía su espada. Y el cofre de plata con el corazón embalsamado del rey Robert Bruce se quedó allí, sin poder llegar a Jerusalén. Los dos corazones más heroicos de Escocia yacían juntos en Itaba, en tierras fronterizas del Reino Nazarí de Granada.

Brian se sentía huérfano. Maldecía una y otra vez al monarca castellano Alfonso XI por inmiscuirlos en esta cruzada. Todavía recordaba las palabras que Sir Douglas había pronunciado: “Brian, debemos ir. El Santo Papa ha bendecido esta guerra. El honor y la fe en Dios nos ayudarán a vencer a los infieles. Nuestro rey, cuyo corazón va conmigo, se sentiría honrado también con esta gesta”.

La luna llena recortaba la fortaleza de Hisn Atiba. Las lágrimas le resbalaban y caían al suelo. Estaba totalmente desarmado de cuerpo y alma. No lo oyó acercarse. Una mano en su hombro lo sobresaltó; trató sin éxito de coger una piedra y arrojársela al sarraceno que tenía enfrente.

- Tranquilo muchacho. No tengo intención de hacerte daño. Soy Alim, un buen musulmán que trato de ayudarte. Traigo un poco de pan e higos. Llevo observándote hace rato. No te has movido del lugar, estás abatido y debes de tener hambre.

Desconfiado y casi obligado, alargó la mano para tomar la comida que el extraño le ofrecía. El hombre tenía la piel curtida por el sol y su cuerpo era enmarcado por una túnica oscura. Se dirigía a Brian en su lengua con un evidente acento árabe.

- Sé que eres el escudero del noble escocés caído en el campo de batalla.  Últimamente, mis ojos son testigos de demasiadas muertes. – continuó hablando el extraño-. Yo no entiendo de guerras. Soy un simple muladí que labora la tierra, esa misma que nos ve nacer y morir. La tierra - siguió reflexivamente Alim-. Los hombres justificamos nuestras fechorías en su nombre y ella tan sólo quiere ser cultivada por manos ágiles que la ayuden a crecer y fortalecerse. Por acercarla a Alá o a Cristo, es pisoteada y maltratada.

- ¡No le consiento que compare a Jesucristo y a los caballeros que luchan por él, con esos que pregonan la yihad islámica! – contestó Brian ofendido-.

- No te enfades muchacho –prosiguió Alim en tono pausado-. Quizás eres muy joven para comprender lo que estoy diciendo. Mi dios es Alá, sí. A Él rezo y el Corán leo pero por encima de todos los dioses, creo en el ser humano. Durante generaciones hemos convivido musulmanes y cristianos como hermanos. La honestidad y el respeto han sido nuestras leyes frente a la violencia imperante en la actualidad. Y, por desgracia, creo que seguirán cayendo muertos en nombre de falsos dioses manipulados por hombres poderosos. Sólo te doy un consejo como viejo que soy, coge el corazón de tu rey, regresa con él a Escocia y no permitas que el odio se siga expandiendo.


- ¡Brian, Brian! Despierta ya. Es tarde y tenemos que viajar  a Edimburgo. – La voz de su mujer lo sacó bruscamente de su sueño medieval. Las señales horarias de Radio Melrose marcaron las siete de la mañana, hora de las noticas matutinas. Una le llamó especialmente la atención: “Rebeldes de Al Qaeda atacaron en nombre de Alá una villa cristiana muy poblada del oeste de Siria”. Una punzada en su pecho lo llenó de consternación. No había podido cumplir el deseo de Alim.

María José García Notario

2 comentarios:

  1. Bello relato.
    Siempre se instrumentalizó la religión para justificar la comisión de fechorías que sólo responden a intereses de tipo político y/o económico. Es contradictorio seguir las enseñanzas de Jesús (ama a tu prójimo, la otra mejilla, etc.), por ejemplo, y llamar a la guerra contra el infiel, pero la guerra es más antigua que el cristianismo (puede que sea incluso más antigua que las religiones), y no iba a dejar de ser, ni por Jesús ni por nadie. Así, la religión fue asimilada por la violencia, y no al revés.

    Saludos

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    1. Gracias Santiago. Me alegro que te guste. Y coincido contigo, creo que la violencia está innata en el individuo independientemente de creencias y religiones.
      Bueno, hagamos lo que esté en nuestra mano por no fomentarla.
      Ahora mismo me paso por tus blogs para enriquecernos mutuamente. Visita también este otro. mariajosegarcianotario.blogspot.com.es.
      Encontrarás contenidos de Ciencias Sociales aplicados al alumnado. Espero que te guste compañero.

      Un cordial saludo.

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